viernes, 15 de abril de 2016

El planteo sustancialista

Aun cuando mi intención es concentrarme en la manera no sustancialista de plantear el problema de la relación mente-cuerpo, quisiera comenzar con algunas observaciones sobre el examen tradicional sustancialista. 

El problema básico que quiero presentar se encuentra en un párrafo de la carta que Descartes le envía a Claude Clerselier el 12 de enero de 1646 y que se publica en la edición francesa de las Meditaciones de 1647, en lugar de las "Quintas objeciones" de Pierre Gassendi (1592-1655) y las respectivas respuestas. Descartes -seis años después de la primera edición de las Meditaciones- le dice a Clerselier lo siguiente:



Por lo que toca a las dos cuestiones que añaden al final, a saber, cómo el alma mueve al cuerpo si ella no es material, y cómo puede recibir las especies de los objetos corpóreos, me dan sólo ocasión para advertir que nuestro autor no ha tenido razón cuando, so pretexto de dirigirme objeciones, me ha propuesto muchas cuestiones cuya solución no era necesaria para probar las cosas que yo he escrito, acerca de cuyas cuestiones pueden los más ignorantes hacer más en un cuarto de hora de lo que todos los mayores sabios podrían resolver en toda su vida; y ésta es la causa de que no me haya tomado el trabajo de responder algunas. 

Y entre otras, éstas que acabo de mencionar presupone~ la explicación de la unión que hay entre el alma y el cuerpo, de la cual aún no he tratado. Mas os diré que toda la dificultad que contienen procede de una suposición que es falsa, y que no puede ser probada en modo alguno, a saber: que si el alma y el cuerpo son dos sustancias de diferente naturaleza, ello les impide obrar una sobre la otra; al contrario, quienes admiten accidentes reales, como el calor, el peso y otros semejantes, no dudan de que esos accidentes obren sobre el cuerpo y, sin embargo, hay más diferencia entre ellos y él, es decir, entre unos accidentes y una sustancia, de la que hay entre dos sustancias.

Hasta aquí Descartes. Este texto es, ante todo, un voto de confianza en mi exposición, pues Descartes les está advirtiendo a ustedes que si yo resuelvo alguna cuestión en un cuarto de hora, soy un ignorante, y si no resuelvo ninguna, podernos suponer que soy un sabio.

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